El secreto más hermoso de Baja California Sur

Hay una razón por la que quienes han visitado guardan a la Playa Balandra en México muy cerca del corazón. Declarada área natural protegida en 2008, esta tranquila bahía a las afueras de La Paz es un ecosistema vivo y palpitante, donde la actividad humana cede suavemente ante el ritmo de la naturaleza. Aquí, la vida marina prospera en aguas poco profundas, los ecosistemas se mantienen notablemente prístinos, y cada visitante recuerda que hay lugares que vale la pena proteger.

A poco más de dos horas y media de su resort Pueblo Bonito en Los Cabos, una excursión de un día a Balandra se desarrolla como una revelación pausada. El camino hacia el norte serpentea entre paisajes desérticos cambiantes y la ciudad portuaria de La Paz, para luego dejarle en un escenario que parece de otro mundo. El agua brilla con tonos luminosos de turquesa y cobalto. Las colinas rojizas que la rodean resplandecen en matices de óxido, siena y terracota—tonos especialmente intensos al amanecer y al atardecer. Es el tipo de lugar que cautiva y le obliga a detenerse.

Debido a que Playa Balandra es una zona protegida, su acceso está regulado. La entrada se divide en dos turnos diarios: de 8 a.m. a 12 p.m. y de 1 a 5 p.m. Cada sesión tiene un cupo limitado y opera por orden de llegada, por lo que llegar temprano es clave, especialmente durante los fines de semana y en temporada alta. A partir de 2025, se requiere el pago de entrada para acceder al área, así que lleve efectivo o consulte las regulaciones más recientes con anticipación.

Una vez que llegue, prepárese para desconectarse. La señal celular es poco confiable, y no hay restaurantes ni grandes tiendas. Lleve agua, refrigerios, sombra, protector solar seguro para arrecifes y un sombrero de ala ancha. El calzado cerrado o apto para agua es útil para los senderos rocosos e irregulares que llevan hasta la orilla—y aún más si planea explorar más allá del agua.

Aunque muchos visitantes vienen por la tranquilidad de la bahía, Balandra también recompensa a quienes se aventuran tierra adentro y hacia lo alto. Varios senderos atraviesan las colinas y los acantilados, ofreciendo vistas panorámicas del Mar de Cortés y del paisaje de roca roja que lo rodea. Estas caminatas cortas son accesibles para la mayoría de los niveles de condición física y ofrecen una vista aérea del área ideal para la fotografía.

Uno de los elementos más queridos de Balandra es “El Hongo”, una formación rocosa en forma de hongo que parece balancearse juguetonamente al borde del agua. Durante la marea baja, las aguas que retroceden revelan extensas planicies de arena donde puede caminar con el agua hasta las rodillas o más lejos, explorando pozas de marea llenas de peces tranquilos, conchas coloridas y arena marcada por las olas. Quienes practican esnórquel podrían ver peces tropicales pequeños, mantarrayas suaves o incluso tortugas marinas deslizándose entre jardines submarinos.

Aunque es accesible durante todo el año, Balandra cambia con las estaciones. El invierno y la primavera (de diciembre a abril) ofrecen cielos despejados, temperaturas agradables y menor afluencia de visitantes. Estos meses son ideales para caminar en el agua, nadar y observar aves marinas migratorias. El verano (de mayo a septiembre) trae calor y humedad, por lo que las visitas en la mañana o al atardecer son las más recomendables. El sol ilumina las colinas como brasas encendidas, y al mediodía, también se siente así, especialmente sobre la roca volcánica.

Ya sea que la visite en el calor silencioso del verano o en la claridad fresca de la primavera, Playa Balandra, en La Paz, se trata de ir más despacio. Desde el susurro de las olas hasta el brillo de los tonos naturales de azul sobre la roca roja, este es un lugar que invita a la quietud y le reconecta con esa paz que solo existe en los lugares aún vírgenes.

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